NAUFRAGOS DE LA REFORMA PREVISIONAL, QUE CUMPLE 10 AÑOS

Los "prejubilados" se unen para salir del olvido

Tienen entre 50 y 64 años. El mercado los considera viejos para trabajar. Y la ley dice que son demasiado jóvenes para cobrar jubilación. Quedaron en una grieta provocada por el desempleo y la reforma previsional que privatizó el sistema en 1994. Ahora, planean formar una asociación.

A*ntiguos choferes de SOMISA suelen juntarse los viernes en algún bodegón de Barracas. Ya casi no hablan de la privatización que los dejó sin trabajo en los 90, cuando la siderurgia fue desechada como motor de desarrollo. Prefieren acordarse de los viejos buenos tiempos, cuando disfrutaban de los derechos laborales plenos. Cada tanto hacen un esfuerzo por imaginar el futuro. Pasan la noche en paz, hasta que se sobresaltan. Entre los ayeres y el mañana les aparece una zona fantasma: por la edad, más de 50, ninguno volvió a conseguir un empleo formal; y también por la edad, menos de 64, no pudieron jubilarse.

No son los únicos. Los habitantes de esta nueva franja de la sociedad, que vive apretada entre los rigores del mercado laboral y las fronteras del sistema previsional, pueden llegar a ser "cientos de miles", según aproximaciones del Gobierno. Es una larga lista de una larga espera, en la que hay telefónicos de la vieja ENTel y trabajadores petroleros de YPF. Esperan trabajo o jubilación. Y en lo inmediato, ser escuchados.

Son los "prejubilados" y emergen en esta etapa histórica porque es ahora cuando se empieza a sentir el efecto de la extensión de la edad jubilatoria de 60 a 65 años para los hombres y de 55 a 60 para las mujeres.

Las reglas de juego fueron alteradas hace 10 años por la reforma impuesta por Carlos Menem y Domingo Cavallo, que auspició la privatización de las jubilaciones y estiró los plazos del retiro a una legión de trabajadores que había cumplido, en su mayoría, con los 30 años de aportes al sistema previsional. En ese lapso, el Estado les descontó plata del sueldo, que sirvió para atender a los que ya eran jubilados, pero ahora tienen la puerta cerrada para ingresar a esa categoría.

La edad y los años de aportes fueron dos requisitos históricamente eludidos en la obtención de las llamadas "jubilaciones de privilegio", que en la década pasada llegaron a costarle al Estado 800 millones de dólares anuales.

En el país hay 3,5 millones de personas de entre 50 y 60 años. La mitad carece de obra social o cobertura médica prepaga. Casi 700 mil buscan trabajo y no lo encuentran. Y muchos no reúnen requisitos para acceder a planes sociales.

La traductora Marta Saladino tiene 57 años y 31 de aportes. Difícil que una muchacha joven y bonita la supere en capacidad: maneja computadoras, habla francés, italiano, inglés y alemán, trabajó 20 años en una compañía cerealera de capitales suizos y se las rebusca como guía turística. Pero los avisos clasificados no la piden y Marta está obligada a remar hasta el 2006 para llegar a la orilla de la jubilación. Es soltera y tiene a cargo a su madre discapacitada, de 81 años.

El arquitecto Luciano Bustos tiene un currículum que arranca hace 40 años y desborda seis páginas: trabajó en la construcción del Tren de la Costa, en la remodelación de la estación Constitución, hizo escuelas y complejos deportivos. Tiene 58 años, más de 30 de aportes y tres de desocupado.

A la empleada administrativa Elba Nelly Salut le pasa algo similar, pero al revés: tiene la edad para jubilarse, 60 años, pero le faltan siete de aportes previsionales. La echaron del estudio jurídico donde trabajó durante 17 años y no volvió a conseguir un empleo formal. Hoy cuida a una anciana que está enferma. Todos están en igual situación de vulnerabilidad, pero no se rinden.

Entre los cientos de mensajes que recibe por día, la sección Cartas al País de Clarín tuvo el reflejo de detectar el problema hace un mes y empezó a publicar casos ilustrativos . "¿Qué pasa con nosotros, que no podemos trabajar porque somos viejos y no podemos jubilarnos porque somos jóvenes?", indagó Hugo de la Sota. "Me encuentro dispuesto para formar un frente", propuso Mario Di Bona. "¿En qué fallamos?", examinó Luciano Bustos. Se generó una cadena de mensajes, a la que se sumaron enseguida desocupados de Acassuso, Flores, Remedios de Escalada, Nechochea y Entre Ríos.

El jueves a la noche se vieron las caras, en un café de Rivadavia y Callao. Algunos están en la foto que se publica en este informe. Fue, si se quiere, la primera "cumbre de los prejubilados", en la que decidieron formar un frente para reclamar trabajo, jubilación o cualquier auxilio que los rescate, y llevar el reclamo al Congreso, donde se discutirá la nueva ley previsional.

Los proyectos de jubilación anticipada que hubo fueron parciales. En 1999 se aprobó una ley para estatales que aceptaron el retiro voluntario o fueron despedidos, pero fue vetada.
"Alcanzamos a salvar a una tanda de 11 mil estatales y docente que estaban cerca de los límites de edad y aportes y se pudieron jubilar por un pelo, pero fuimos por otra tanda de 40 mil y ahí nos bocharon", recuerda el ex senador Oraldo Britos.

El Gobierno lanzará en marzo una campaña de información dirigida a personas que se jubilarán en el futuro. "Enviaremos 2.700.000 cartas a hombres y mujeres de entre 55 y 65 años, con el detalle de cada una de sus situaciones previsionales, para que puedan ir preparando sus trámites", adelantó Sergio Massa, director ejecutivo de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS).

El sistema previsional sobrevivió a la crisis de 2001, pero registra problemas de cobertura: hay cerca de 1,3 millón de personas mayores de 65 años —es decir, en el escalón superior al de los "prejubilados"— que tampoco cobran jubilación ni pensión.

La reforma que se tratará este año parte de la voluntad de aumentar la cantidad de beneficiarios. El memorándum del acuerdo con el FMI dice: "Existe un compromiso del Gobierno para garantizar la sustentabilidad y desempeño a largo plazo del sistema de seguridad social. En este sentido, se está preparando un paquete de reformas con el fin de ampliar la cobertura y aumentar la eficiencia del sistema. La legislación se presentará en el Congreso para marzo de 2004, con el objetivo de que se apruebe para setiembre".

No parece una discusión para economistas o abogados. Reclama más bien, una decisión política. Y es ahí donde quieren tallar los "prejubilados".

Cuando los antiguos choferes de SOMISA llegan al postre, empiezan a hablar de fútbol y mujeres. Se olvidan de la cuestión previsional. Sin embargo, un día se pusieron a armar la lista de las pequeñas cosas que los hacía sentir bien en sus largas jornadas de trabajo. Anotaron que la empresa les daba todos los años dos trajes azules, tres corbatas, cuatro camisas, vales para el comedor de la empresa, obra social para toda la familia, cursos de mecánica ligera y hasta participación en las ganancias en años en que hubo superávit. Siempre tuvieron en orden el renglón de los aportes. Jamás pensaron que un día no se iban a poder jubilar.

Clarín 01/04/2004

No hay comentarios: